Dedondevenimos

Cinco años para obtener la licenciatura en Empresariales más dieciocho meses de especialización en Comercio Exterior en un exhaustivo - y aún más oneroso - curso de postgrado, situaron a Luis Santarem en una posición ciertamente privilegiada ante las puertas del tan temido, a la par que ansiado, mercado laboral.

Empresa consolidada, con producto líder en nuestro país
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Responsable de Expansión Internacional.
Enviar curriculum manuscrito a:
DEDONDEVENIMOS, S.A.
Apdo. Correos 321.
09400 Aranda de Duero (Burgos)

Varios aspectos de aquella oferta de empleo extraída de la edición dominical de un periódico le resultaron en extremo curiosos; desde la petición de envío de un curriculum escrito a mano, ¡menudo arcaísmo!, hasta el propio nombre de la compañía en cuestión. Si bien aquel anuncio presentaba para Luis un atractivo especial a causa de la localización de la empresa: ciento sesenta kilómetros desde Madrid parecía una distancia razonable para interponer entre él y una reciente, tempestuosa y dañina relación amorosa que, por lo demás, no sabía conducir.

Apenas diez días después, en el camino de regreso desde Aranda, no pudo reprimir una sonrisa al recordar el momento de la entrevista mantenida con don Saturnino Guerra en el que conoció cuál era el producto líder al que se refería el anuncio: el botijo. ¿Y el candidato seleccionado tendría que lograr abrir mercados extranjeros para eso? La propia sensación de irrealidad que le atenazó le impidió decir que no en aquel mismo instante a tan absurdo reto; al fin y al cabo, no era cuestión de cerrarse puertas.

Inexplicablemente, tampoco rechazó el ofrecimiento en firme cuando recibió la llamada:

- ¿Señor Santarem? Soy don Saturnino Guerra. He de comunicarle una grata noticia: ha sido Usted elegido para el puesto de Director de Marketing Internacional de DEDONDEVENIMOS, S.A. Pásese por mi despacho el lunes.

- Muchas gracias, señor Guerra. Estoy ansioso por empezar.

- Buenos días, señor Guerra.

- Buenos días, señor Santarem. Nuestra idea es que comience cuanto antes, así que aquí tengo preparados sus papeles. Veamos. Ejem, es uno de esos contratos modernos, ya sabe, baratos, y por tres meses.

- Ya me imaginaba algo así, y no me importa. Siempre que tenga bien claro, señor Guerra, que no puede esperar resultados en sólo tres meses; yo diría que ni tan siquiera en seis, ni en doce. Usted sabe que una estrategia de expansión internacional requiere una fuerte inversión en dinero y en tiempo.

- Sí, sí, soy consciente de ello. Acompáñeme, le mostraré su lugar de trabajo.

Bajando la escalera de la zona de oficinas en dirección al almacén, caminaron hasta una mesa color... óxido, situada en un rincón, sin teléfono y con una voluminosa máquina de escribir por todo utensilio.

- Bueno, es algo provisional - se justificó don Saturnino -. Le buscaremos un mejor acomodo en cuanto comience a tener movimiento. Puede empezar a trabajar cuando quiera y, ya sabe, su primera misión será confeccionar un detallado informe de viabilidad.

- Señor Guerra, comenzaré mañana... si me han preparado para entonces el despacho que he visto vacío junto al que ocupa el Director Comercial. Y le ruego convoque, si fuera posible también para mañana mismo, una reunión extraordinaria del Consejo. Quiero transmitir a todo el equipo directivo la importancia de la decisión que han tomado y la trascendencia que, salir a otros mercados, tendrá para todos los estamentos de la Empresa.

- Una especie de presentación, ¿no es así?

- Efectivamente, y al más alto nivel, considero imprescindible que todos Ustedes lo asuman. Empezando por facilitarme un despacho digno. Cree que lo tendré listo mañana, ¿verdad?

 

Los siguientes tres meses fue difícil ver a Luis Santarem en su peleado despacho. Tras su presentación al Consejo dedicó unos días a conocer los entresijos de la fábrica, situada a tan sólo veinticuatro kilómetros al Este de Aranda de Duero, en la hermosa localidad de Cuzcurrita de Aranda. Después, viajes a Burgos, y a Madrid, y al extranjero.

Al poco tiempo, el señor Guerra recibió una nota: "Voy a abrir una página web en Internet. Si por fin se compra un ordenador personal, podrá ir viendo las sugerencias que se reciban desde todo el mundo sobre nuestra idea de exportar botijos, y yo mismo le pasaré a través de la Red mis informes de actividad cuando me encuentre de viaje. La dirección es http://www.dedondevenimos.botijolandia.es".

En efecto, con absoluta regularidad cada lunes al llegar a la oficina el señor Guerra encontraba en su correo electrónico un informe de Luis Santarem, junto con sus abultadas notas de gastos.

Cuando don Saturnino empezaba ya a pensar que tendría que localizar al señor Santarem por Internet para discutir la renovación de su contrato fue éste quien le remitió, un par de días antes de su vencimiento, un nuevo mensaje: "Ultimado el estudio preliminar, le ruego que convoque una reunión del Consejo para el próximo viernes a primera hora".

 

Un frío viernes castellano a las nueve de la mañana. Nueve personas alrededor de una antigua, pero bien conservada, mesa de juntas de oscura madera noble. Sobre ella, nueve ejemplares encuadernados y cuidadosamente colocados de un dossier titulado "INFORME DE EXPANSIÓN INTERNACIONAL", que algunos empiezan a hojear. Aparece puntual el señor Santarem portando una caja tapada con tela roja que deposita con suavidad sobre la mesa. Aunque a partir de ese momento él parece ignorar la presencia del misterioso paquete, los demás no cesan de dirigirle furtivas miradas.

- Señoras, Señores - comenzó Santarem -, DEDONDEVENIMOS, S.A. cuenta con una base sólida para exportar. He podido constatar personalmente la elevada potencialidad de nuestra Empresa, a saber:

"Contamos con una considerable capacidad de producción, e incluso las instalaciones de Cuzcurrita de Aranda podrían albergar sin problemas una nueva línea de fabricación si la demanda lo hiciera necesario. Nuestra estructura está acostumbrada a trabajar con calidad y eficacia, y a cumplir puntualmente sus compromisos. La implantación conseguida en el mercado, primero local y luego nacional, en los últimos sesenta años no deja lugar a dudas: ocupamos una posición de liderazgo. En el aspecto financiero la solidez de la Compañía permitiría afrontar las necesarias inversiones propias del proceso de expansión que nos proponemos. Por último, la voluntad exportadora de todos Ustedes ha salido triunfante de la dura prueba a que les ha sometido la interminable lista de gastos - todos perfectamente justificados, eso sí - que les he remitido desde diversos lugares del planeta.

"Si la base empresarial es perfecta, vayamos con la prospección de mercados que he realizado a fin de evaluar las posibilidades de introducción de nuestro producto":

"Mis primeros pasos se dirigieron hacia Bruselas. La Unión Europea es hoy en día nuestro mercado natural, sin fronteras, nuestro entorno geopolítico inmediato. Pero se lo diré sin rodeos: no podemos exportar a Europa. Nuestro botijo no supera las leyes sanitarias de la Comunidad, no es homologable ni supera normalización alguna".

"A continuación pensé en el Norte de África, el cercano Magreb. Pero nada más comenzar la pequeña presentación que organicé en Casablanca mis invitados me miraron horrorizados: encontraron al botijo una cierta similitud con la figura de un hombre, cuando la religión islámica prohibe su representación".

"Me dirigí entonces a Norteamérica. En Canadá no parecen mostrar mucho interés por mantener el agua fresquita, pero Estados Unidos es un país muy grande y de clima más cálido. Bajo los auspicios del Agregado Comercial de la Embajada pretendimos tomar parte en la importante feria de Connecticut: no nos admitieron en el apartado de "Aparatos de Uso Alimentario" ni en el de "Artesanía Práctica", siendo relegados al pabellón de "Curiosidades Indígenas".

"¿Y qué tal más al Sur? Aunque la lejanía física sea considerable, no lo es tanto la distancia cultural e idiomática con nuestra querida Hispanoamérica. Aunque hablando de distancias, en aquel subcontinente son enormes, y la ausencia de infraestructuras de transporte tal y como las concebimos en Europa es una constante. Y, señores, no digo que no podamos colocar allí nuestros botijos, siempre que no nos importe que lleguen... rotos."

Luis Santarem se enjugó los labios con un sorbo de agua antes de continuar, permitiéndose por un breve instante observar el efecto que aquellas palabras iban produciendo en sus atentos oyentes.

- Este problema logístico lo tendremos, estimé, en cualquier país no muy desarrollado, con lo cual quedaban descartadas también amplias zonas de África y de Asia.

No me desanimé: en el Lejano Oriente existen naciones más avanzadas, de manera que me presenté en Tokio provisto de dos nuevos y flamantes ejemplares de nuestros botijos en sustitución de los destrozados en mi anterior viaje. Pero he de decirles que allí, en el país de la tecnología por antonomasia, no fueron capaces de comprender el manejo de tan sencillo aparato, porque no cesaban de buscar en él algún botón que regulara su funcionamiento.

"A estas alturas de mi exposición pensarán Ustedes que voy a concluir diciéndoles que no podemos exportar, pero en absoluto pretendo quedarme sin empleo y, precisamente de mi última escala. Japón, me traje la idea que les voy a mostrar y que, convenientemente desarrollada, nos permitirá a mi juicio entrar en los anhelados mercados internacionales con un producto que recoge sin duda toda la tradición y la esencia del botijo en lo referido a la refrigeración del agua.

En ese momento Luis Santarem retiró con cautela la misteriosa tela roja, dejando al descubierto aquello que, durante los últimos minutos, había llenado de intriga las miradas de los consejeros.

- Les presento el botijo del siglo XXI – anunció -: La NEVERA SOLAR PORTÁTIL. Mi idea es contratar un equipo de diseñadores que desarrollen en profundidad el invento, con distintos tamaños y opciones a fin de ofrecer una amplia gama de productos tecnológicamente avanzados aptos para abrirnos paso en cualquier mercado. Incluso se podría convertir de forma sencilla en un CALENTADOR PORTÁTIL DE BEBIDAS cambiando el panel solar fotovoltaico por un acumulador eólico: ni los países nórdicos nos estarían, así, vedados.

La perorata técnica que vino a continuación demostró que aquello de la nevera solar portátil no se trataba de ninguna bagatela, que el prototipo había sido analizado y estudiado su potencial desarrollo, la posibilidad de fabricarlo en la planta de Cuzcurrita de Aranda y la manera de introducirlo en países que, unos minutos antes, se presentaban inaccesibles para el botijo. Incluso su posible comercialización, por qué no, en España. Pero la exposición se vio interrumpida por la voz de la secretaria del señor Guerra quien, papel en mano, entró en la sala en busca de su jefe manifestando un evidente nerviosismo.

-¿Sí, Josefa?

- Perdone, don Saturnino, pero acaba de llegar este fax desde el extranjero que, disculpen mi ignorancia en idiomas, parece una solicitud de pedido de botijos.

La cara de todos los consejeros se iluminó. Aquel intruso de Santarem había malgastado durante tres meses el dinero de la Empresa en pretender demostrarles, a ellos, que su fiel y entrañable botijo no podía traspasar nuestras fronteras. Pero ahora llegaba, justo a tiempo, la primera prueba de que estaba equivocado.

La voz afectada del señor Guerra sonó con vigor tras unos segundos de excitación general.

- Traiga, Josefa, yo lo traduciré - dijo con decisión -. Señor Santarem, parece que sus contactos en el extranjero han dado unos frutos en los que ni Usted mismo creía. Veamos, el fax viene de los Estados Unidos de América, y dice así: "Hemos conocido su producto en la pasada feria de Connecticut, y la Oficina Comercial de su Embajada nos ha facilitado su dirección. Solicitamos que nos sea enviado, convenientemente acondicionado, UN ejemplar de su BOTIHO para ser expuesto en la Sección de Antigüedades Hispanas del Museo Estatal de Pennsylvania. Indiquen forma de pago".

Un vergonzoso silencio inundó la sala. Al cabo de un par de minutos me Luis Santarem quien retomó la palabra.

- Señoras y Señores del Consejo. En sus manos se encuentra tomar la decisión adecuada sobre la propuesta y sobre mi contrato. En el dossier que les he facilitado disponen de todos los detalles. Medítenlo y elijan aquello que permita a su negocio perdurar al menos otros sesenta años. ¿Tienen alguna pregunta?

Sólo una voz se alzó demostrando una cierta capacidad de reacción.

- Si me permite una cuestión, señor Santarem, en su dossier se menciona la conveniencia de canalizar la nueva actividad que nos propone, por supuesto sin abandonar la actual, a través de una nueva Sociedad cuyo nombre sintonice con nuestros propósitos. ¿Ha pensado en cuál podría ser ese nombre?

- Sí, me permito sugerirles una denominación para ella: ADONDEVAMOS, S.A.

 

Félix Maroto Granizo

 

Accesit Local del 8º Certamen de Relato Corto

Con la colaboración de la Universidad Popular de Alcorcón