Robando un poco de vida

      Poco a poco, casi sin darme cuenta, el ruido ha cesado y el silencio se ha ido adueñando de mi casa y de mi vida. No hay ruido, sólo silencio espeso, impenetrable, cotidiano. No hay rutina, ni trabajo que hacer ni gente a la que atender, sólo vacío, largos e interminables días y manos desocupadas, manos y mentes absolutamente desocupadas. Y el silecio…, sobre todo el silencio, que me pesa como una losa, mientras veo cómo en otros sitios el ruido de la vida lo envuelve todo, lo llena todo. Y yo, mientras tanto, siento como más abrumante mi silencio. ¿Cuándo se adueñó de mi casa y de mi vida? No lo sé; quizá día a día, despacito, sin darme apenas cuenta lo fue invadiendo todo… Al principio, cada persona que se iba marchando se llevaba consigo su parte de ruido, su parte de rutina, su parte de vida… Uno tras otro, todos llevándose su parte y un mal día descubrí que el silencio y la soledad iban ocupando esos espacios vacíos… Y vaya si lo cubrían. Como si de una manta gruesa y oscura se tratara… Y por cada persona que se iba, una porción de soledad entraba en mi casa y en mi vida. Y entonces comenzaron los largos días vislumbrados desde el amanecer, y ahí estaba yo, acompañada sólo y exclusivamente por la soledad y todo en absoluto silencio… Un silencio que sólo intento romper cuando enciendo la radio o la televisión, pero no es ése el ruido que busco… Ese ruido es sólo ruido, no es el ruido de la vida, de una casa con gente, con problemas, con preocupaciones, con expectativas, con rutina. Ese ruido no es el que busco y entonces dejo de oírlo y vuelvo a añorar el anterior… No hay nada que pueda hacer para no oírlo, me refiero al silencio, sí, este silencio suena y resuena y me acompaña en las largas noches de insomnio y no dejo de oírlo y me atormenta.

      Hay veces que me paro a escuchar el ruido ajeno, el de otras gentes, y me descubro sonriendo ante las conversaciones y discusiones. ¡Qué bonito es su ruido! Se parece tanto al que era mío… Y veo que ellos, como yo hace ya mucho tiempo, no le dan importancia, ni valor; todo lo contrario: Sueñan con un poco de paz, con un poco de tranquilidad, de silencio… Si yo pudiera… si pudiera decirles la verdad… No pìdáis eso, eso no es bueno, ni tan siquiera normal. El silencio y la tranquilidad traen unas parejas que no esperáis ni deseáis, traen como compañía la soledad, el sentimiento de inutilidad y el vacío, sí, sobre todo traen un vacío negro y espantoso que parece que se tragara todo… No pidáis eso. Pero claro, ellos tienen demasiado de todo. Demasiada compañía, demasiado ruido, demasiada rutina llena de trabajo y preocupaciones…. Y lo vuelvo a oír: Un poco de silencio, un poco de paz, por favor…

      Y yo, escuchando como si de una ladrona se tratara, a escondidas, para poder robar un poco del ruido de los demás, me oigo a mí misma hace ya mucho tiempo pìdiendo lo mismo… No, no lo pidáis. No sabéis lo que pedís…

 

Maite B.