Una decisión acertada

      Apenas vislumbro pequeños rayitos de luz que se abren paso por entre los agujeros de la persiana. No sé qué hora es, tampoco importa mucho… Ha sido tan larga la tarde y la noche que he perdido la noción del tiempo. No quiero moverme para no despertarle, aunque después de todo lo que ha pasado debe estar cansado, por muy acostumbrado que esté a hacer exactamente lo mismo cada día, cada mes, año tras año. El ruido de sus su respiración fuerte, rítmica, profunda me indica que está profundamente dormido, literalmente empapado en alcohol y sudor… Me incorporo un poco y veo que son las tres de la madrugada. Me toco lentamente mi labio roto y confirmo que la sangre ha dejado de manar. Mi ojo, tumefacto, hinchado y deformado ha dejado de dolerme, ¿o no?, no lo sé, ya no siento apenas ni el dolor físico ni el dolor psíquico.

      Extrañamente me invade una calma interior que proviene del pensamiento y del hecho de que por fin tengo el control, el control con letras mayúsculas, el control definitivo, el verdadero, el que me da poder para tomar una determinación, cualquier clase de decisión. Sí, por fin puedo tomar una decisión, tal vez la más importante de mi vida, sin miedo a los golpes ni a los insultos. Soy libre de tomarla.

      Esa libertad, esa calma y el control me lo da el objeto que acaricio entre mis manos: un cuchillo de cocina que tanteo, que apenas entreveo, pero que sostengo fuertemente, demasiado fuertemente por el mango. Estoy tan tranquila que me da miedo, no soy yo, soy un personaje de un mal drama, no una persona real; las personas reales no piensan lo que yo estoy pensando, no me reconozco, pero no me reconozco desde hace muchos años, no sólo hoy… no soy esa mujer alegre, vital, social.. Soy un ser introvertido, amargado, de eso se ha encargado él, pero eso, como todo en mi vida, tiene arreglo, hoy lo voy a solucionar.

      Miro de reojo al que creí mi compañero, mi amigo y mi amante y que se ha convertido en mi verdugo, en mi torturador, en un enemigo fiel y constante que ha pisado todo lo que había dentro de mí, y pienso qué fácil sería hundir el cuchillo en su cuello y dejar de sufrir, tomar las riendas de mi vida y ser libre al fin… No sé si seré capaz de sufrir las consecuencias de ese acto, de cualquiera que sea el acto que acometeré ni moral ni socialmente y, mucho menos, legalmente. No me veo en la cárcel separada de los míos, lo único limpio que tengo en mi vida, lo único válido. Oigo sus ronquidos y entreveo la baba que le recorre la comisura de los labios y en ese momento el rencor, el odio y el miedo me ciegan y se entremezclan en mi cerebro y disminuyen mi capacidad de razonar, y vuelvo a pensar en lo fácil tan sumamente fácil que sería hacer lo que estoy pensando; cuesta tan poco dar el paso… Levanto mi mano sujetando el cuchillo fuertemente, tan fuertemente que no me doy cuenta de que no le he cogido por el mango sino por la hoja y he cortado. Otra vez sangrando, pero esta vez de forma distinta, por mi propia mano, y de repente me miro las muñecas y pienso que es otra opción; así también podré acabar con todo y marcharme al único sitio en el que nunca me encontrará; total, es tan fácil, tan fácil que acaricio con la hoja mis venas y me recreo hundiendo el cuchillo lentamente… Me imagino muerta, lejos de él, y por un momento sonrío sintiendo un calambre de dolor en mis labios… El dolor del labio me devuelve a la realidad y entonces le imagino a él sonriendo por haberse salido con la suya “O con conmigo o con nadie” y eso hace que en mis tripas se revuelva lo que queda de mi dignidad, de mi orgullo… No, no se saldrá con la suya… No…

      En el silencio, mientras bullen en mi cabeza miles de pensamientos, miles de conflictos he llegado a un punto muerto… No sé qué hacer…

      Me levanto lentamente, arrastrando los pies bajo el peso de una carga que ya no puedo llevar y me encamino hacia la habitación de al lado…

      “Hijo, despierta, levántate y vístete sin hacer ruido” “¿Nos vamos, mamá?” “Sí, hijo, nos vamos para siempre, no hagas ruido. Mamá ha tomado ya una decisión-”

 

Maite B.