Cuando al pasar nos miramos

Nacido a la sombra del Cangrejo,
bajo los presagios de una luna octante
que semejaba los cuernos
de un toro de lidia abatido,
toda mi vida he soñado despierto
porque mi existencia es anodina
y carece de interés para el alma
que dentro de mí ha crecido
desarrollando una curiosidad morbosa
por todo cuanto voy descubriendo,
desde las rutilantes estrellas del firmamento
hasta un puñado de arena
escurridizo entre mis dedos.

Agarena, yo te juro por Alá
que nos vigila y nos protege,
que eres tú la joya más preciosa
que han visto mis indignos ojos,
y que valen para mí
lo mismo que un dinar de Tunicia
todos los tesoros que yacen
en los fondos marinos
y bajo las arenas del desierto,
cuando al pasar nos miramos
y rozamos nuestros hombros intencionadamente.

Orlando Santana Cabrera