No quiero el silencio.
Quiero los sonidos que cantan alegres,
y los oye el alma.
¡El silencio es muerte!
¡Que duerma el silencio!, Yo, puedo mecerle;
que le calle el sueño y a mí... ¡me despierte!.
No quiero estar solo, ni con él presente.
No quiero el silencio que impone la suerte
y a mí me enloquece.
Su voz me lastima: ¡ No quiero mi muerte!
¡Ruidos de alegría quiero que me canten!
Que los oiga el alma.
El silencio es: ¡muerte!
|