Un hombre solo

No es el tiempo que va pasando,
esa vaga noción del deterioro de las cosas
y de la renovación de los sueños:
paso yo ante las sombras del espejo
mirando absorto y lejano
los evanescentes recuerdos que giran,
la hojarasca leve que avanza y se pierde
en el petrificado remanso del olvido.

No es el espacio que voraz se prolonga
buscando una pared de descanso
en el impensable infinito que huye:
soy yo, viajero con una angustia desmedida
por una maraña de cansadas inquietudes
desnudando viejas esperanzas
hasta el ciego aborrecimiento.

Es mejor que te quedes, mujer imposible,
no vayas a rodar conmigo al abismo;
broncea tu cuerpo de muñeca
en la más alta duna frente al mar,
maquíllate y ríe: el eco
te devuelve tu risa hecha añicos,
al alba, una mano invisible
te pincela una nueva arruga interior.

Soy yo de nuevo, amor, vacío y solo sin ti,
con un manojo de denuncias contra el cielo...

Orlando Santana Cabrera